Cómo saber si necesito consultar a un psicólogo lo que me está pasando.

Prestar atención a nuestras señales corporales, a la alteración de nuestros hábitos y a cómo nos afecta nuestro malestar a las distintas áreas de nuestra vida nos ayudará a determinar si necesitamos ayuda profesional para gestionar nuestras emociones.

¿Es normal sentirse mal? Con todo lo que estamos viviendo a nivel internacional, social y económico, con dos años de pandemia a nuestras espaldas y con la sensación de vivir en un presente cargo de incertidumbre tal vez la respuesta a esta pregunta sea que sí, que es normal sentirnos mal. Lo que no es tan normal es que convirtamos en nuestra «normalidad» el hecho de sentirnos mal. Y ahí es donde ponen el acento los expertos a los que hemos consultado para saber dónde poner los límites, cuándo deben saltar las alarmas y cuáles son las señales que debemos atender para saber si ha llegado el momento de consultar a un psicólogo para aprender a gestionar las emociones que estamos viviendo en esta etapa convulsa.

La línea roja se toca cuando el malestar que sentimos influye en algún área de nuestra vida (pareja, trabajo, ocio, amistades, familia…), tal como indica el psicólogo Jesús Matos, director de ‘ En equilibrio mental‘ y autor del libro ‘ Un curso de emociones‘ . Ese malestar, según aclara, suele tener que ver con emociones incómodas como la ansiedad, el miedo, la ira o la tristeza, aunque en ocasiones también puede suceder que no sintamos ese malestar porque evitemos las situaciones asociadas a él y sea precisamente ese comportamiento de evitación el que nos limite en algún aspecto de nuestra vida.

El sufrimiento propio o el de las personas que nos rodean es otro de los indicadores que apuntan a la necesidad de que debemos iniciar una terapia psicológica, según explica la psicóloga Rubio, head of clinical content de TherapyChat. La experta asegura que aunque podría hablarse de determinados síntomas lo cierto es que esto son tan variados como los tipos de trastornos y las personas que los padecen por lo que, en su opinión, la mayor señal de alarma es no estar a gusto con nuestra vida en el momento actual o bien que sean nuestros seres queridos los que nos estén alertando de la necesidad de cuidarnos ya que muchas veces son los propios afectados los últimos en percatarse del problema. «Las defensas psicológicas son un mecanismo muy primitivo para protegernos de ver aquellas cosas que nos causan un gran dolor», apunta Rubio.

El cuerpo también habla

Para el psicólogo Carlos Sánchez Polo, del Instituto Psicológico Cláritas las señales pueden variar bastante en función de la persona y de la problemática pues no es lo mismo una depresión que un trastorno de ansiedad, por ejemplo. En líneas generales, no obstante, apunta que es fundamental entrenar nuestra capacidad de escucharnos y hacernos preguntas. Será útil, por tanto, prestar atención a nuestras señales corporales, a la alteración de ciertos hábitos, a nuestra dosis de paciencia con los contratiempos del día a día o a nuestra motivación por objetivos vitales. «Ahí podremos encontrar pistas para empezar a sospechar que puede ser pertinente iniciar un proceso terapéutico. Nuestro cuerpo y nuestras emociones son alarmas, son brújulas que están ahí para informarnos de lo que sucede en nuestra interacción con el entorno», explica.

Existen además otras señales que deben tenerse en cuenta, según propone la psicóloga Carolina Lozano, de mundopsicólogos.com, quien incide en señales físicas como tener dificultades para dormir o comer; o padecer constantes dolores de estómago, de cabeza, presión en el pecho o incluso bajas médicas recurrentes sin causa orgánica. También la experta cita otras cuestiones como sentir que no se tiene el control sobre su vida, no encontrar placer en las cosas que antes le satisfacían, mostrar una gran agresividad hacia sí mismo y hacia los demás o el entorno, relaciones sociales (amistad, familia, pareja) dañadas, forma de pensar negativa y oscura, tener presente constantemente el pasado de modo que no le impide avanzar, no ser capaz de ver el futuro con claridad y, en general, sentir la mayor parte del tiempo un gran malestar, tristeza o sufrimiento.

No eres débil por necesitar ayuda

Una vez que hemos identificado las señales y hemos tomado conciencia de que necesitamos una terapia, la psicóloga Laura Palomares, directora de Avance Psicólogos, explica que es importante entender que necesitar ayuda profesional no significa que seamos débiles ni que no sepamos valernos por nosotros mismos. «El psicólogo es un profesional. No es el que aconseja y escucha, sino que es una figura de apoyo que tratará de favorecer desde el principio un espacio y vínculo seguro, haciendo de guía e iluminando el camino desde el conocimiento de la conducta y de los procesos emocionales y cognitivos del ser humano», explica. La terapia psicológica es, según aclara, un «proceso emocionante de autoconocimiento» en el que hay mucho que aprender y que sacar de positivo.

También se debe tener en cuenta, según comenta el psicólogo del Instituto Cláritas, que esa persona debe tolerar que la terapia no será un proceso inmediato, sino que requiere una inversión de tiempo, dinero y esfuerzo, lo que hace fundamental que esa persona se permita sentir que no es una decisión fácil.

Comparte esta opinión el psicólogo Jesús Matos, quien insiste en que la decisión de acudir a terapia es muy difícil, que cada uno tiene sus tiempos y que dar el paso es un acto valiente.

Fuente: abc.es