Enrique Rojas se adentra en el mundo de las emociones con su nuevo libro Comprende tus emociones (Espasa, 2023), una guía clara y precisa para reconocer lo que sentimos y así tener el control y alcanzar el equilibrio emocional. El catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica y director del Instituto Rojas-Estapé de Psiquiatría, acaba de recibir el premio Pasteur de la Asociación Europea de Competitividad por su trayectoria clínica. Uno de los temas que aborda en sus páginas son los pensamientos y emociones que nos pueden acompañar en el momento de la muerte. Como psiquiatra, Rojas ha acompañado a muchas personas en los momentos finales de su vida. Su experiencia acumula muchas historias vitales que nos regalan información para vivir mejor ahora que aún tenemos tiempo.
POR QUÉ NO NOS GUSTA HABLAR DE LA MUERTE
«Toda filosofía es meditación sobre la vida; se tarda tiempo en entenderla. Nos pasamos la vida pensando en el día de mañana. Y con frecuencia nos olvidamos de que la existencia se termina. La muerte es la gran olvidada en la cultura actual. Ha desaparecido del panorama del pensamiento», explica Enrique Rojas. Sin embargo, añade, «cuando la muerte está realmente próxima, ya no se puede mirar hacia otro lado, entonces aparece la hora de la verdad y se suele tener una especial iluminación retrospectiva, son momentos estelares en los que, se quiera o no se quiera, hacemos cuentas con nosotros mismos; es muchas veces como un foco que repasa todo lo que ha ido sucediéndonos de aquí y de allá».
LAS 6 COSAS DE LAS QUE MÁS SE ARREPIENTE LA GENTE AL FINAL DE SU VIDA
- De vivir para trabajar. «Son mayoría los que se arrepienten de haber trabajado demasiado. De pasar la vida con una sobrecarga profesional excesiva, de haber vivido para trabajar, y, en esos momentos estelares de lucidez total, sienten que su vida ha estado descompensada, que ha faltado equilibrio entre los diferentes ingredientes de los que debe ser la existencia de un ser humano», explica el psiquiatra.
- De pasarlo mal sin necesidad. «Otra cosa de que una gran mayoría se duele es de haber sufrido mucho por asuntos y problemas que realmente no tenían tanta importancia», señala Enrique Rojas.
- De no haber sabido disfrutar más de la vida. «Esto tiene un amplio espectro: desde no haber sido capaz de captar y gozar de cosas positivas de la vida ordinaria, en una especie de carpe diem (aprovecha el momento, vive esto y saboréalo), pasando por no haber planificado tiempo libre para uno y buscar esas satisfacciones según las aficiones que uno ha fomentado. Saber descansar también es un arte. Y, al mismo tiempo, ser organizado para dar lo que más nos relaja en el tiempo libre, que es una manera de retratarse», señala el experto.
- De no haber dedicado más tiempo a la familia. «Hoy lo vemos esto con bastante frecuencia. De hecho, tiene mucha actualidad la figura del padre/madre ausente, que es aquel que no ha tenido casi influencia en la educación de sus hijos, por no tener tiempo y haber dejado esta tarea en manos de la madre/padre, porque la profesión le ha absorbido demasiado y no ha tenido presencia psicológica y afectiva con sus hijos».
- De no haber tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los demás esperaban de mí. «En el fondo, esto tiene mucho que ver con atreverse a ser uno mismo. Saber desarrollar la propia personalidad, puliendo y limando las aristas y puntos negativos de la misma, con la ayuda de los más cercanos y, a la vez, trabajar el programa personal diseñado previamente, teniendo claros los objetivos y luchando y batallando por irlos alcanzando», explica Rojas.
- De no haber tenido una espiritualidad más sólida, «que les diera respuesta a los grandes interrogantes de la vida», señala.
Fuente: Telva.com