Mucho se habla de la importancia del sueño para recuperarse del cansancio, pero ¿qué ocurre cuando dormir lo adecuado no es suficiente para combatir el agotamiento? El 61% de los españoles declaran sentirse actualmente más cansados que antes de la pandemia, según el Mapa de la Fatiga en España. Aunque la mitad de los encuestados del estudio destacan la falta de sueño como la causa del cansancio; la falta de ejercicio, el sedentarismo, el estrés y las preocupaciones laborales y familiares son otros de los motivos relacionados con ella.
“El cansancio es una sensación de falta de energía y fatiga extrema, que a veces se presenta incluso cuando se duerme lo suficiente. Se puede producir como consecuencia de numerosos factores de tipo físico o mental”, explica José Antonio Portellano, doctor en psicología clínica, neuropsicólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Dormir es distinto a descansar, por ello, en determinadas circunstancias, pasar tiempo con amigos o realizar un voluntariado puede resultar tan reparador como unas vacaciones. “Vivimos en un mundo cansado donde se ha generalizado y normalizado esa sensación. Parece urgente que cambiemos nuestra relación dañada con el descanso para volver a colocarlo en el lugar que le corresponde”, comparte Antonio del Olmo, psicólogo, terapeuta gestáltico y creador del proceso corporal integrativo.
¿Por qué nos cansamos?
Falta de homeostasis: el cerebro interpreta el cansancio como una pérdida de equilibrios
Algunas situaciones en las que se realiza un gran esfuerzo mental pueden provocar saturación, embotamiento, fatiga y agotamiento. “El cerebro interpreta el cansancio como una pérdida de equilibrio, una falta de homeostasis, del mismo modo que el hambre o la sed. Se cree que la fatiga disminuye la actividad de los centros de control motor situados en los ganglios cerebrales del interior del cerebro, especialmente en el síndrome de fatiga crónica”, indica Portellano.
Para del Olmo, el problema radica en que tratamos el organismo como el motor de un coche. “Pensamos que se trata de arrancar el motor, empezar a pisar el acelerador, conducir lo más rápido que podamos para resolver las tareas. Reponer el combustible cuando estamos en la reserva y, cuando terminamos el día, parar el motor y que este se quede esperando hasta el día siguiente que volvamos a arrancarlo”, manifiesta Antonio del Olmo.
Esa desconexión con la necesidad de descanso del cuerpo lo relega al final del día, las vacaciones o, incluso, la jubilación. Pero el organismo no funciona así. “Tanto el sobreesfuerzo creativo o la realización de una excesiva actividad intelectual pueden causar un bloqueo mental, dándose la paradoja de que resulta dificultoso conciliar el sueño a pesar de tener mucho cansancio acumulado, como consecuencia de presentar un estado de hiperalerta o aceleración psíquica”, expone Portellano.
Identificar el tipo cansancio
En el estilo de vida occidental, existen diversas tensiones recurrentes que provocan cansancio o agotamiento. Según comparte del Olmo, se fundamentan en la relación cuerpo mente y se manifiestan de la siguiente forma:
1. La tensión física: El estrés mental y las preocupaciones tienen un impacto directo sobre el organismo, en forma, por ejemplo, de tensiones musculares. “También sabemos que existe una relación directa entre las tensiones corporales, la respiración y estados como la ansiedad o la depresión”, añade del Olmo.
2. La tensión sensorial: Actualmente el ser humano está sometido a una estimulación sensorial casi permanente relacionada con las nuevas tecnologías, la contaminación acústica, atmosférica, electromagnética, etc. Algo que interfiere con la sensación profunda del descanso.
3. La tensión emocional: Una insuficiente capacidad de gestión emocional en general provoca este tipo de agotamiento. Se relaciona con el miedo, la incertidumbre o la agresividad.
4. La tensión social: Puede sufrirse por exceso (demasiada exposición) o por defecto (soledad).
5. La tensión creativa: La creatividad es una parte fundamental en la satisfacción vital. “Según diferentes estudios, alrededor del 85% de las personas no se sienten satisfechas con su vida laboral. De aquí que la tensión por falta de creatividad sea uno de los factores que también nos pueden hacer sentir sin energía y motivación”, asegura el psicólogo.
6. La tensión mental: Muchos estudios en el campo de la neurociencia relacionan la divagación mental con la insatisfacción personal. “A mayor ruido mental, menor vivencia de satisfacción y de felicidad, es decir, menor sensación de calma y paz interior”, explica del Olmo.
7. La tensión existencial: Está relacionada con el propósito vital y el soporte a la existencia. “Sin dicho soporte interno es más probable que la psique se vuelva más frágil y, por consiguiente, tenga más probabilidades de enfermar”, continúa.
Para identificar la parcela que necesita descanso, del Olmo aconseja llevar un diario en el que anotar los momentos del día en los que se ha elevado la tensión en el ámbito personal, familiar, social, laboral y trascendental. Al cabo de una semana, se pueden identificar con qué parcelas se corresponde el agotamiento.
¿Cómo descansar?
Técnicas de control mental como la meditación pueden ayudar
Estar agotado en alguna parcela puede tener consecuencias directas sobre otra y provocar un efecto acumulativo. “Para facilitar el descanso en cada uno de estos ámbitos de nuestra vida es necesario abordar un tema esencial, que es la regulación del sistema nervioso. Esta regulación consiste en equilibrar los ritmos y las respuestas de activación y descanso en las actividades que vamos realizando en el transcurso del día”, comparte del Olmo.
Además de una adecuada profilaxis del sueño, Portellano invita a aplicar técnicas de control mental como la meditación o el mindfulness pueden ayudar a mejorar el cansancio de origen psicológico, especialmente en los cuadros de estrés crónico. Regular la relación con los demás y encontrar actividades que conecten con el propósito vital y la pertenencia a una comunidad, según los casos, pueden aliviar la sensación de cansancio.
Fuente: La vanguardia.com